Mario Costeja, el padre del derecho al olvido, concede una entrevista a Honoralia

Mario Costeja saltó a la palestra pública tras sentar un precedente con el tema del derecho al olvido. En el año 2007 encabezó una lucha larga y costosa que se prolongó durante 7 años en los que fue objeto de presiones y críticas.

La razón principal es que se estaba enfrentando a la aún todopoderosa compañía Google para evitar que sus datos personales estuvieran al alcance de cualquiera. Sobre todo, buscaba medidas legales contra aquella información “no veraz» que se encontraba en la red y que le causaba perjuicios como sujeto de derechos.

Borrar datos de internet parecía “una fantasía”

Costeja ofreció una entrevista a la firma Honoralia, una compañía especializada en la eliminación de información negativa en internet y el posicionamiento de contenido positivo. Su equipo está conformado por profesionales de distintos sectores que disponen de la última tecnología en herramientas para mejorar la reputación online de sus clientes.

El derecho al olvido y la protección de la privacidad en Internet son temas de vital importancia en la sociedad actual. Con el avance de la tecnología y la creciente interconexión digital, cada vez más personas se enfrentan a la necesidad de proteger su información personal y ejercer su derecho a controlar qué se muestra sobre ellos en Internet. En este contexto, el caso de Mario Costeja, conocido como el “Caso Costeja”, sentó un precedente importante en el ámbito del derecho al olvido y ha tenido un impacto significativo en la protección de la privacidad y el derecho a la imagen de las personas en Internet.

Una batalla por la justicia

El Sr. Costeja rememoró los inicios de su discrepancia en 2007, cuando la protección de datos era apenas una preocupación periférica. “En aquel entonces, sufrí presiones y críticas al respecto”, comentó. Sin embargo, fue un asunto resuelto lo que lo llevó a tomar medidas legales. “No era justo que mis datos estuvieran al alcance de cualquier persona que buscara mi nombre, cuando no se trataba de información veraz“, afirmó.

La batalla legal contra Google, que se prolongó durante siete años, fue un camino arduo y costoso para el Sr. Costeja. En ese momento, la idea de borrar datos de Internet parecía una fantasía, pues no existían normativas ni leyes que lo respaldaran. “Me enfrentaba a un todopoderoso de Internet”, añadió. A pesar de los desafíos, su determinación le llevó a obtener una sentencia histórica que allanó el camino para el reconocimiento del derecho al olvido.

El impacto del “Caso Costeja”

Desde entonces, este derecho ha ganado reconocimiento y ha impulsado cambios legislativos en diversos países. Al respecto, el Sr. Costeja expresó su opinión positiva sobre las empresas como la nuestra, que ofrecen servicios especializados en el cumplimiento de este derecho. “Afortunadamente, hoy existen normativas y leyes que protegen a los ciudadanos. Estas empresas son una ayuda y defensa contra posibles abusos tanto para los ciudadanos como para las empresas”, afirmó.

Libertad de expresión versus derecho a la privacidad

Sin embargo, algunos críticos han planteado preocupaciones sobre el impacto del “derecho al olvido” en la libertad de expresión y el acceso a la información. Ante esto, el Sr. Costeja destacó que desde la sentencia no se ha visto mermada la libertad de expresión en ningún aspecto. “Este argumento fue empleado por los buscadores en su momento, pero una cosa es la libertad de expresión y otra muy distinta el negocio de los datos de los usuarios de Internet“, respondió con firmeza.

Un camino por recorrer

Cuando se le preguntó sobre si las leyes actuales en materia de privacidad y derecho al olvido son suficientes para proteger a los individuos en la era digital, el Sr. Costeja reconoció que siempre se puede y debe mejorar. Aunque se han recorrido un largo camino con la implementación de regulaciones y normativas que defienden a los usuarios, surgieron nuevos retos en la era de las redes sociales y la inteligencia artificial. “La privacidad de datos en la Inteligencia Artificial es aún desconocida para nosotros”, añadió.

Desde su experiencia personal, el Sr. Costeja aconsejó a las personas que se encuentran en situaciones similares y desean ejercer su derecho al olvido en Internet que recurran a empresas profesionales y especializadas en el campo. Los pasos a seguir para ejercer este derecho aún son farragosos y confusos para los particulares y las empresas. Además, hizo hincapié en el valor de nuestros propios datos y la necesidad de reflexionar sobre qué información estamos dispuestos a compartir y con qué propósito.

Al reflexionar sobre el impacto de su caso en la protección de la privacidad y el derecho a la imagen en Internet, el Sr. Costeja se mostró convencido de que ha sido positivo. “Se han puesto límites a la utilización indiscriminada, opaca y compraventa de nuestros datos”, afirmó. Además, mencionó una reciente sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea que reconoce el derecho de las personas a solicitar acceso a información sobre el uso y la divulgación de sus datos.

Un impacto duradero

Por último, se abordó el papel futuro del derecho al olvido y la protección de la privacidad en la sociedad cada vez más digital y conectada. El Sr. Costeja destacó la importancia vital de estos derechos, especialmente en el contexto de la inteligencia artificial, el big data y la manipulación de datos personales. “Debemos protegernos ante esta invasión y asedio constante”, advirtió. Los datos personales se han convertido en una materia prima valiosa y lucrativa para las empresas, y es crucial que los individuos sean conscientes de ello.

La entrevista con Mario Costeja arrojó luz sobre los desafíos y logros del derecho al olvido en la era digital. Su caso emblemático ha sido un hito en la protección de la privacidad y ha generado cambios importantes en la legislación. Sin embargo, queda trabajo por hacer para mejorar y adaptar las normativas a los nuevos retos tecnológicos. La privacidad y la protección de datos seguirán siendo temas relevantes y desafiantes en los próximos años, a medida que avanzamos hacia un futuro cada vez más conectado y dependiente de la tecnología.